viernes, 13 de enero de 2017

SANTOS A IMITAR: San Francisco de San Miguel. Mártir en el Japón, religioso de la Primera Orden (1543‑1597)

Resultado de imagen para SAN FRANCISCO DE SAN MIGUELNacido en la diócesis de Palencia en España, en 1543, de una familia profundamente religiosa. Desde niño se distinguió por la piedad, por la modestia y el candor y por el amor a la oración. En 1566 vistió el hábito de San Francisco en la Orden de los Hermanos Menores. En su humildad prefirió el estado de hermano, feliz de consagrarse a los humildes servicios de la casa, que ejercía siempre con mucha alegría. Deseoso de mayor austeridad, pidió ser admitido a la Provincia de San José, fundada por el ardiente asceta San Pedro de Alcántara, que tanto había trabajado en España para llevar a los Hermanos Menores a la genuina observancia de la Regla de San Francisco. Tenía un gran deseo del martirio y de dedicar su vida a la obra de la evangelización. Fue asignado como socio a San Pedro Bautista en el viaje a México y Filipinas. En esta última misión, aunque no era sacerdote, se le encomendó la tarea de predicar el evangelio en la vasta provincia de las islas Camarinas, donde con la palabra, confirmada con espléndidos prodigios, llevó a cabo innumerables conversiones.
Fue nuevamente compañero de San Pedro Bautista en la misión del Japón, donde trabajó mucho por la conversión de los japoneses. El 9 de diciembre de 1596 fue arrestado en Osaka, trasladado a Meaco, donde sufrió el corte de la oreja izquierda. Junto con sus compañeros de martirio en Nagasaki, fue crucificado el 5 de febrero de 1597. Tenía 54 años de edad. La ejecución tuvo lugar en presencia de numerosos cristianos y de marineros portugueses.

jueves, 12 de enero de 2017

SANTOS A IMITAR: San Bernardo de Corleone. Religioso de la Primera Orden (1605‑1667)


Resultado de imagen para San Bernardo de CorleoneBernardo, bautizado con el nombre de Felipe,  nació en Corleone, en Sicilia, el 6 de febrero de 1605.  Hijo de Leonardo Latini y Francisca Sciascia. De joven ejercitó el oficio de zapatero. De estatura y constitución hercúlea, era temible hombre de mundo y sobre todo de armas tomar. Un buen día tuvo una discusión con otro, y de las palabras pasaron a los hechos, ambos tomaron la espada y tras un breve duelo, el otro quedó gravemente herido. Para huir a la justicia humana se refugió en una iglesia invocando el “derecho de asilo”; y aunque escapó a la justicia humana, no pudo evitar la de su conciencia. En la soledad y en la meditación reflexionó largamente sobre el delito cometido y sobre toda su vida desperdiciada, inútil y disipada, odiosa a los demás y dañina para la salud de su propia alma, que es lo más precioso que el hombre posee. Se arrepintió, invocó el perdón de Dios y de los hombres e hizo áspera penitencia. Para reparar su pasado, con vestidos de penitente decidió tomar el sayal de los hermanos menores Capuchinos. Abandonó a Corleone, que le recordaba su pasado sangriento y tocó a la puerta del convento de Caltanissetta, en Sicilia, donde fue admitido como religioso.

Fue en verdad un hombre nuevo, decidido a alcanzar una perfección cada vez más alta, con humildad, obediencia, austeridad. Dormía en el duro suelo de su celda no más de tres horas por noche y multiplicaba sus ayunos. Aunque inculto e iletrado, alcanzó las alturas de la contemplación, conoció los más profundos misterios, curó cuerpos enfermos, distribuyó consuelos y consejos, intercedió con oraciones que alcanzaron gracias a manos llenas. Esto durante 35 años, hasta su muerte.
Oración asidua, caridad prodigiosa, filial devoción a la Virgen Inmaculada, fueron el secreto de su santidad. Se preocupó por conformarse con Cristo crucificado. Tomó en serio el evangelio y se empeñó en vivirlo integralmente. Los días de su vida fueron una ascensión a Dios, un apostolado para reconducir almas a Dios. El 12 de enero de 1667 en Castelnuovo cerca de Palermo, viene Jesús a llamarlo a sí. Y él, purificado con la penitencia expiatoria, dejó gozosamente la tierra para ir al cielo. Tenía 62 años de edad.

viernes, 6 de enero de 2017


SANTOS A IMITAR: San Carlos de Sezze Romano. Religioso de la Primera Orden (1613‑1670).

Se Llamaba Juan Carlos Melchiori, nacido en Sezze Romano el 19 de octubre de 1613. Pasó su juventud en este pueblecito del Lacio. A los 22 años se hizo hermano menor, en Nazzano y emitió los votos solemnes el 19 de mayo de 1636, vivió en varios conventos del Lacio y prefirió permanecer como hermano converso desarrollando su actividad como limosnero, hortelano, cocinero, sacristán. Deseó partir como misionero a la India, pero no lo logró. Permaneció en Roma, último entre los hermanos de San Francisco a Ripa, pero primero en la obediencia, en la castidad y en la pobreza. Un verdadero franciscano, con el alma inundada de mística alegría.
Para comunicar también a los demás esta seráfica alegría, se improvisó poeta, escribiendo versos sencillos y emocionados, en una vena popular, con sabroso acento del Lacio. Por sus poesías San Carlos de Sezze puede considerarse heredero de Jacopone de Todi, su poesía era fruto de su plenitud de amor divino. Este “escritor sin letras”, como él mismo se llamaba, escribió muchas obras, no todas publicadas. Entre las publicadas están: “Las Tres vías”, “El Sagrado Septenario”, “Los Discursos sobre la Vida de Jesús”, su “Autobiografía”, escrita con seráfico candor por orden de su confesor.
En octubre de 1648, mientras oraba en la iglesia de San José a Capo le Case, su corazón fue traspasado por un dardo de luz, que partió de la Hostia consagrada, y duró llagado toda su vida. La llama de amor de Dios y de los hermanos lo llevó a una alta sabiduría.
El objetivo de su vida fue ofrecerse a Dios en holocausto: puro y perfecto, en la humildad, en la penitencia, en la devoción ardiente a la Pasión de Cristo, a la Eucaristía, a la Virgen Inmaculada. Dios le reservó grandísimos dones: visiones y revelaciones, conocimiento de las verdades teológicas y ascéticas, herida de amor en el corazón. El secreto de su santidad estuvo en la oración y en la austera penitencia, en el esfuerzo continuo por vivir con Jesús su pasión y muerte redentora. Consejero de Obispos y Cardenales, e inclusive de los papas Alejandro VII y Clemente IX
Por muchos años en su calidad de limosnero de puerta en puerta en Roma, buscador de almas, llevó este gozoso mensaje evangélico para volver a todos hacia Dios. Murió el 6 de enero de 1670.
RUEGA POR NOSOTROS SAN CARLOS DE SEZZE...
fuente: http://www.franciscanos.net/santoral/diario